Pela los membrillos y córtalos en trozos pequeños.
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Dulce de membrillo: ingredientes y receta
El membrillo, hermano de la manzana y la pera dentro de la familia de las rosáceas, es una fruta un tanto peculiar: si bien su atractivo color amarillo y su forma de pera la hacen atractiva, suele tener un sabor áspero y ácido que no la hace para nada apetecible. Una vez cocida, sin embargo, resulta un manjar dulce y denso, que se suele consumir mucho en España, Argentina y otros países latinoamericanos. El dulce de membrillo que se prepara con esta fruta se utiliza tanto en postres como en desayunos y meriendas, untado en tostadas o con bizcochos. Además, es un excelente acompañante de quesos, como en el famoso “vigilante” argentino, una combinación clásica de dulce de membrillo con queso fresco. No te pierdas esta receta para prepararlo y disfrutar en casa de este sabor único y auténtico.
sirve para
Tiempo Total
Ingredientes
Cómo hacer el dulce de membrillo
Step 01
Step 02
Pon los trozos de membrillo en una olla con suficiente agua como para cubrirlos y cocínalos a fuego medio hasta que estén blandos (aproximadamente 35 minutos).
Step 03
Una vez cocidos, retira del fuego, escurre el agua y pasa los trozos membrillos por un pasapuré o un procesador de alimentos para obtener una mezcla suave y homogénea.
Step 04
Pesa la mezcla obtenida para calcular la cantidad de azúcar que deberás agregar durante la cocción (aproximadamente el 80 % del peso de la mezcla de membrillo).
Step 05
Vuelve a colocar la mezcla en una olla, añade el zumo de limón si lo deseas, y cocina a fuego bajo, agregando de a poco el azúcar y removiendo constantemente durante unos 10 minutos. A mayor tiempo de cocción a fuego bajo, mayor consistencia del dulce.
Step 06
Una vez que la mezcla haya alcanzado la consistencia deseada y se despegue fácilmente del fondo de la olla, viértela en moldes previamente engrasados o forrados con papel film. Deja enfriar.
Consejos y trucos
Si quieres que el dulce de membrillo tenga una consistencia firme, como mencionamos en el paso 5, deberás prolongar el tiempo de cocción de la mezcla a fuego bajo después de haber agregado el azúcar, asegurándote además de remover constantemente para evitar que se pegue en el fondo de la olla. El agregado del zumo de limón también contribuye a dar al dulce una mayor consistencia, gracias a su aporte de pectina natural, que ayuda a gelificar el membrillo.
En cuanto al azúcar, si lo prefieres, puedes reducir la cantidad de la receta original o bien utilizar alternativas, como el jarabe de agave u otros tipos de azúcar menos refinados, como el azúcar integral o el azúcar mascabado. Ten en cuenta, sin embargo, que estas variaciones pueden alterar ligeramente el sabor y el color del dulce. Por ejemplo, si optas por el azúcar mascabado, el dulce tomará un color más oscuro y un sabor caramelizado.
Si quieres darle un toque especial a tu dulce de membrillo, puedes agregar trozos de nueces al final de la cocción o incorporar especias como canela, clavo de olor o vainilla, para un sabor más aromático y cálido. Para una versión más exótica, prueba añadir ralladura de naranja o unas gotas de agua de azahar, que le aportará un delicado matiz floral. Por último, para facilitar el desmolde, puedes forrar el recipiente con papel film o engrasarlo ligeramente con aceite neutro antes de verter la mezcla, como mencionamos en el paso 6.
Con qué acompañar el dulce de membrillo
Una de las combinaciones más clásicas es la del dulce de membrillo con queso, generalmente fresco o tipo manchego o Mar del Plata en Argentina, que da como resultado un contraste perfecto entre dulce y salado.
El dulce de membrillo también se puede incluir en rellenos de tartas o de pasteles de hojaldre, así como en empanadas dulces. Además, es el ingrediente estrella en la elaboración de postres como la pastafrola, una tarta con base de masa quebrada y relleno de dulce de membrillo muy popular en Argentina y Uruguay
Cómo conservar el dulce de membrillo
Por su alto contenido de azúcar, el dulce de membrillo se conserva muy bien durante períodos prolongados, manteniendo sus características organolépticas incluso después de varios meses sin necesidad de refrigeración. El azúcar en este caso actúa como un conservante natural que evita la proliferación de microorganismos. Lo ideal es almacenarlo en un envase y colocarlo en un lugar fresco y seco, protegido de la luz directa. Esto evitará que se reseque o absorba olores de otros alimentos. Si lo prefieres, también puedes refrigerarlo, con lo que obtendrás una textura más firme y prolongarás aún más su duración.
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